Entrevista muy disfrutable con el argentino que cargó con la herencia de la 10 de Mancini.
Ángel "Matute" Morales
Matute fue un jugador muy reconocido en Argentina y de exitosa carrera jugando en gran nivel para, por ejemplo, Racing e Independiente, y Nacional de Uruguay más tarde, pero su forma de ser y su carácter hicieron que tuviera un paso fugaz por Sampdoria que se transformó en pesadilla.
Morales – «A mí me gustaban las prácticas con pelota. No me bancaba hacer la pretemporada, y no las hacía como correspondía».
«Los entrenadores, algo me decían, pero como después lo suplía con mis jugadas, quedaba ahí. O en una práctica decía que tenía un tirón en un músculo y listo, salía, siempre podés acusar algún dolor. Igual, tuve mis cruces».
«La primera fue apenas pisé Italia. La Sampdoria me compró y viajé con un amigo. El día de la presentación, en un lugar muy lindo y lujoso, estaban el presidente, los directivos, todo el plantel impecablemente vestido. Le dije a un amigo de Wilde que me acompañara, cuando llegué varios me miraron mal y el capitán, Manini, un tipo que coleccionaba Ferrari y tenía más de una docena, me exigió que se fuera mi amigo. “¿Cómo lo voy a dejar solo si vino de la Argentina?”, le contesté. Discutimos, me senté en la mesa cinco minutos y al toque me fui a comer una pizza con mi amigo a un bar de por ahí. Al día siguiente llegué al club y el capitán me dijo: “Tenés una multa”. Así arranqué. Pagaba con cheques de una chequera que me dio el club. No sé cuánto gasté, pero la chequera la terminé».
«Algunas multas me las ponían por llegar tarde a los entrenamientos».
«A veces en un club tenés un buen nivel durante un tiempo, y cuando bajas ese nivel, más en mi posición, sos el primero en ir para afuera. Y si le sumas mi carácter un poco difícil... Siempre quería que las cosas fueran a mi manera».
«El Italia el defensor más animal era Desailly, del Milan, un negro de ocho metros. Lo gambeteé una vez y cuando quise arrancar ya lo tenía de vuelta, con la otra gamba. Yo quería jugar como en la Argentina pero no había tiempo».
«Cuando me fui a Italia tenia un Opel Tigre. En el primer entrenamiento empecé a ver las máquinas estacionadas: Ferrari, Jaguar, Mercedes... Ahí mismo pensé: “No puedo ser el 10 del equipo, el reemplazante de Mancini y llegar con un Opel”. Entonces fui a Mercedes, que nos hacía un descuento pero menor al 50% y elegí uno de los mejores. Me salió una fortuna».
«Después del Flaco vino Boskov, cambió el esquema, puso a otro, y empecé a ir al banco todos los partidos, no me ponía ni un minuto, no me hablaba, y ahí yo me puse de culo y hacía todo al revés, lo que contaba antes. Decían a las 10 desayuno y caminata y yo bajaba una hora más tarde, cuando estaban volviendo. O me quedaba en la habitación. Y me agarró la locura por irme».
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Morales – «A mí me gustaban las prácticas con pelota. No me bancaba hacer la pretemporada, y no las hacía como correspondía».
«Los entrenadores, algo me decían, pero como después lo suplía con mis jugadas, quedaba ahí. O en una práctica decía que tenía un tirón en un músculo y listo, salía, siempre podés acusar algún dolor. Igual, tuve mis cruces».
EL FÚTBOL ITALIANO
«Era caprichoso en esos tiempos: pensaba que el fútbol italiano se tenía que adaptar a mí y no yo al fútbol italiano, y me costó. Me costó dinero, porque fui multado muchas veces. En Italia pagaba las multas, gasté fortunas».«La primera fue apenas pisé Italia. La Sampdoria me compró y viajé con un amigo. El día de la presentación, en un lugar muy lindo y lujoso, estaban el presidente, los directivos, todo el plantel impecablemente vestido. Le dije a un amigo de Wilde que me acompañara, cuando llegué varios me miraron mal y el capitán, Manini, un tipo que coleccionaba Ferrari y tenía más de una docena, me exigió que se fuera mi amigo. “¿Cómo lo voy a dejar solo si vino de la Argentina?”, le contesté. Discutimos, me senté en la mesa cinco minutos y al toque me fui a comer una pizza con mi amigo a un bar de por ahí. Al día siguiente llegué al club y el capitán me dijo: “Tenés una multa”. Así arranqué. Pagaba con cheques de una chequera que me dio el club. No sé cuánto gasté, pero la chequera la terminé».
«Algunas multas me las ponían por llegar tarde a los entrenamientos».
«A veces en un club tenés un buen nivel durante un tiempo, y cuando bajas ese nivel, más en mi posición, sos el primero en ir para afuera. Y si le sumas mi carácter un poco difícil... Siempre quería que las cosas fueran a mi manera».
«El Italia el defensor más animal era Desailly, del Milan, un negro de ocho metros. Lo gambeteé una vez y cuando quise arrancar ya lo tenía de vuelta, con la otra gamba. Yo quería jugar como en la Argentina pero no había tiempo».
PRESENTACIÓN EN SAMPDORIA
«Me habían enseñado un par de frases para pronunciar en la presentación con Sampdoria. Era fácil, tenía que decir algo así como “Sono molto contento della mia nuova famiglia”. Nada más. Cinco días estuve practicando con eso pero cuando vi las 20 mil personas y entró Klinsmann, me nublé, empecé a hablar en castellano... ¡y mal! Como mis compañeros de adelante decían “Forza Samp” y la gente explotaba, entonces tiré un “Forza Samp” y la gente me empezó a aplaudir. Zafé con eso».EL PESO DE LA 10 DE MANCINI
«Me llamaron para reemplazar a Mancini, incluso me dieron la 10. ¡Linda mochila! Como cuando en Independiente de Avellaneda traían un 10 después de Bochini. Jugué los primeros partidos, después lo echaron al Flaco (Menotti) y me sacaron del equipo».«Cuando me fui a Italia tenia un Opel Tigre. En el primer entrenamiento empecé a ver las máquinas estacionadas: Ferrari, Jaguar, Mercedes... Ahí mismo pensé: “No puedo ser el 10 del equipo, el reemplazante de Mancini y llegar con un Opel”. Entonces fui a Mercedes, que nos hacía un descuento pero menor al 50% y elegí uno de los mejores. Me salió una fortuna».
MENOTTI DESPEDIDO
«Cuando echaron al Flaco Menotti me pareció injusto y como aparte hubo compañeros que en la cancha no hicieron todo lo que debían hacer para que se quedara, entonces cuando salían a caminar, yo me quedaba. O cuando hacían algo, yo hacía todo lo contrario».«Después del Flaco vino Boskov, cambió el esquema, puso a otro, y empecé a ir al banco todos los partidos, no me ponía ni un minuto, no me hablaba, y ahí yo me puse de culo y hacía todo al revés, lo que contaba antes. Decían a las 10 desayuno y caminata y yo bajaba una hora más tarde, cuando estaban volviendo. O me quedaba en la habitación. Y me agarró la locura por irme».
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SALIDA DE SAMPDORIA
«Salir de la Sampdoria al Mérida fue la peor decisión que tomé en mi carrera. Lo hice por un capricho y así me fue. El Mister del Mérida (Jorge D'Alessandro) me recibió un 6 de enero diciendo que yo era su regalo de reyes, me puso dos partidos y dejó el regalo tirado en un rincón».
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Fuente: extracto de El Gráfico
Fuente: extracto de El Gráfico
Foto as.com; alamy; google
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